OJOS NUEVOS

Tres pequeñas y su joven madre compartían el transporte público en que hoy viajé a Capital desde mi Lanús Oeste.
Morenas y bonitas. Impecables en su humildad lucían unos elaborados peinados con hebillitas de colores que mostraban la dedicación y el cariño de su joven madrecita.
Zapatillas gastadas pero limpias. Prendas sin lujos pero alegres.
Las dos menores muy pequeñas; dormían una en brazos de su madre, la otra sentada a su lado. La mayor, que no tendría más de 8 años, sentada frente a ellas miraba extasiada por la ventanilla del 188 como si se tratara de un tour turístico.
Al cruzar el Puente Alsina saltó de gozo y gritó con alegría
“ Mira mamá, mira que hermoso río” Para la mirada inocente de esa niña nuestro contaminado Riachuelo era un bello río.
Era tanta su emoción ante el descubrimiento que conmovía verla y escucharla.
Una mujer sentada detrás de ellas, cruzó su mirada con la mía y sonreímos compartiendo ternura ante el fresco candor de esa niña que veía con ojos nuevos aquello que para nosotros es un fastidioso paso de provincia a capital.
Recordé los viajes con mi madre cuando me maravillaba mirando los inmensos árboles que se abrazaban en sus altas ramas desde una vereda a la otra. Las calles que subían y bajaban. Las mismas que hoy no noto.
Todo me parecía nuevo y hermoso y el mundo para ser descubierto.