HASTA PRONTO DORIS LILIAN

Tiene nombre de estrella de cine de los cuarenta, seguramente la proximidad de su país con el que predomina más al norte; influenció a su madre. Pero la geografía que habita es la de una tierra brava e indígena, allá donde el continente se afina hasta romperse con cada terremoto. Tierra que sabe de sangre, sometimiento y lucha.
Se adormece en su lecho de enferma y sueña con los millones de tortillas que sus manos laboriosas prepararon, en los hijos que tuvo y ya no están. Mientras tanto, la desesperada e impotente ternura de los dos menores pelea por rescatarla del castigo impiadoso de la enfermedad.
Miles de millones de vidas anónimas que pasan sin trascender por el camino, pero que dejaron sudor y sangre en un mundo que ignora las vidas ocultas y se conmueve ante las historias ficticias o glamorosas.
Jamás la veré, jamás le daré el abrazo que llevo en el corazón pero ella sabe que la mujer con rostro de “gringa” que vio muchas veces en la pantalla del monitor de la computadora de su hijo, la quiere con el alma y está acá, en sur del continente, pidiendo por ella.

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Hoy, viernes 8 de agosto de 2008, a las 6 de la tarde en El Salvador, a las 21 horas de Buenos Aires; Doris Lilian acaba de atravesar la línea y ya está más allá del arco iris.

Mi homenaje a esa humilde mujer salvadoreña que cumplió con su misión de madre y esposa. Que perdió hijos en una guerra cruel y despiadada y en la vida. Que vivió en la humildad de un hogar sencillo entregando cada instante de su existencia por los suyos.

Doris Lilian no fue ni será tapa de revistas ni tendrá Club de admiradores, pero tiene toda mi admiración, mis lágrimas de este instante y todo mi reconocimiento por su vida simple.

Ya no nos separan miles de kilómetros Doris, en realidad nunca nos separaron.

Todo mi amor para ella, para vos mi Héctor querido, mi consuelo en los momentos difíciles, mi amigo en la alegría, mi compañero inseparable desde hace años, a pesar que sólo nos vemos desde una pantalla. Para vos Mercedes, dulce niña buena y para usted Roque, un esposo destrozado.