A MI AMIGA

Extrañas y misteriosas coordenadas aparecen en el camino. No las vemos pero están en el instante preciso para que dos almas se encuentren cuando cada una transita por su propia ruta.
No se trata de encuentros provocados, buscados, sino que surgen desde un sitio intemporal, más allá del espacio visible donde “Alguien” poderoso lo preparó desde la eternidad.

Podremos intentar una y mil veces inducir encuentros y no es posible. Sin embargo, inesperadamente surgen estas citas misteriosas en nuestros caminos para marcarnos por siempre, cambiando el rumbo de nuestras existencias.

Amiga querida, sé cuánto estás sufriendo hoy. Encontraste esa alma compañera que se cruzó contigo sin saberlo hace un tiempo allá a lo lejos. El reconoció tu abrazo registrado en una foto como diferente, lo sé porque me ocurrió lo mismo. Es tu forma generosa de abrazar que te distingue en nobleza. Esa imagen le quedó en su retina y a ti en una fotografía donde sin saberlo estaba él. Desde entonces te llamó hasta encontrarte, más allá del océano, en el sur, en la distancia que acerca contra toda lógica. Te llamó en el momento, tal vez, más duro de su vida porque necesita sentir ese abrazo tuyo, cálido, noble, protector. Abrazo de la hija que no pudo ser. ¿Abrazo de despedida? No lo sabemos, existen los milagros. Él podrá llegar al final de su camino pero ahí estará siempre iluminándote, esperándote.

Una foto es testigo del encuentro que alguna vez no fue en el espacio y en el tiempo pero que el destino quiso que fuese más allá de todo signo material y se empeñó en encontrarlos en el invisible abrazo espiritual, único, indeleble de dos almas que nada, nadie, ni la muerte, podrá separar.

Te quiero amiga mía.